Si estás buscando un espacio que te ayude a atravesar algún momento difícil, una etapa de cambios en tu vida, situaciones complejas o simplemente aspectos que te gustaría abordar, mejorar y profundizar, no dudes en consultarnos.
Desde la terapia cognitivo conductual trabajamos estableciendo objetivos de tratamiento, los mismos son formulados por el paciente y nos aportan la hoja de ruta del tratamiento. Es decir, el camino a recorrer.
Los objetivos se formulan en las primeras sesiones, y lo positivo de hacerlo es que luego de un tiempo podremos revisarlos, ver en qué medida se cumplieron y si es necesario formular nuevos objetivos de tratamiento. Esto nos da la pauta de que el trabajo terapéutico es en equipo. Paciente y terapeuta trabajan a la par, activamente en pos de recorrer esa hoja de ruta.

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El duelo es el proceso que se atraviesa luego de una pérdida. Puede manifestarse ante el fallecimiento de un ser querido, ante una ruptura amorosa o, por ejemplo, frente a un cambio importante (pérdida de un trabajo, emigración, jubilación, mudanza de los hijos).
Desde la terapia cognitivo-conductual trabajamos para acompañar este proceso, mediante el trabajo con emociones difíciles y el dolor que la pérdida conlleva. A su vez, el acompañamiento con un terapeuta puede brindar herramientas para que el duelo no se convierta en patológico y la persona pueda irse recomponiendo emocionalmente poco a poco.

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Síntomas:
‣ Presencia de obsesiones:
Pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes que se experimentan como intrusivas o no deseadas, que causan malestar elevado.
Intentos constantes de ignorar, suprimir o neutralizar estos pensamientos, impulsos o imágenes, con algún otro pensamiento o acto (es decir, realizando una compulsión).
‣ Compulsiones: Comportamientos repetitivos (p.ej., comprobar cosas, ordenar), o actos mentales (p.ej.,
rezar, contar, repetir palabras o imágenes en silencio), que se realizan cuando aparece el pensamiento. Las compulsiones se realizan por lo general en respuesta a una obsesión para tratar de controlarla y bajar el malestar que produce.
Las obsesiones o compulsiones requieren mucho tiempo y causan malestar clínicamente significativo.
Algunos tipos de TOC: de contaminación; sexual; de agresión; de temores corporales; de simetría orden y exactitud; numerales.
Trastornos relacionados al TOC:
‣ Trastorno dismórfico corporal: preocupación por uno o más aspectos del cuerpo que son considerados por la persona como “defectos”, los cuales no son observables, o parecen sin importancia a otras personas. La persona realiza comportamientos repetitivos tales como (mirarse en el espejo, rascarse la piel, tocar esa parte del cuerpo), o actos mentales (comparar su aspecto con el de otras personas), como respuesta a la preocupación por el aspecto.
‣ Trastorno de acumulación: dificultad persistente para deshacerse de posesiones, aunque estas no sean necesarias o tengan un valor real. La persona tiene una necesidad de guardar cosas y siente malestar cuando se deshace de alguna de ellas. La dificultad para deshacerse de las cosas produce la acumulación y genera consecuencias para la persona y sus convivientes.
‣ Tricotilomanía: arrancarse el pelo de forma recurrente. Intentos repetidos para dejar de arrancarse el pelo. La conducta de arrancarse el pelo produce elevado malestar.
‣ De excoriación: Dañarse la piel de forma recurrente, produciéndose incluso lesiones. Intentos para disminuir el rascado de la piel. La conducta causa elevado malestar.

Desde la terapia cognitivo-conductual contamos con herramientas basadas en evidencia para su tratamiento.

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Síntomas:

Presencia de miedo o ansiedad ante al menos dos de las siguientes situaciones:
1. Usar el transporte público
2. Estar en espacios abiertos
3. Estar en sitios cerrados (supermercado, teatros, cines, shoppings)
4. Hacer filas o estar en medio de una multitud
5. Estar fuera de casa solo/a
Estas situaciones generan ansiedad y suelen ser evitadas porque la persona teme no disponer de ayuda si aparecen síntomas de pánico, u otros síntomas, por ejemplo, de incontinencia.
La ansiedad y la evitación producen malestar clínicamente significativo, deterioro en lo social, laboral y el funcionamiento normal de la persona.
Desde la terapia cognitivo-conductual contamos con herramientas basadas en evidencia para su tratamiento.

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Miedo o ansiedad intensa ante un objeto o situación específica (a volar, a recibir una inyección, a las tormentas, a algún animal). El miedo lleva a que la persona evite situaciones, y produce elevado malestar o deterioro en lo social, laboral u otras áreas de la vida cotidiana.
Desde la terapia cognitivo-conductual contamos con herramientas basadas en evidencia para su tratamiento.

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Son sueños que aparecen de forma repetida y prolongada generando malestar.
Generalmente tienen que ver con esfuerzos para evitar las amenazas contra la vida, la seguridad o la integridad física. La persona puede sentir sensaciones de alerta y pánico al despertar de esos sueños, pero luego se orienta rápidamente.
La presencia de las pesadillas produce malestar significativo y no se atribuyen a los efectos fisiológicos de alguna sustancia.
Desde la terapia cognitivo-conductual contamos con herramientas basadas en evidencia para su tratamiento.

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Podemos identificar tres tipos de hambre:

Hambre real: su incremento es gradual, puede esperar, puede saciarse con casi cualquier alimento. Una vez saciada el hambre se deja de comer.
Hambre emocional: aparece de repente, es urgente y la saciedad se produce con alimentos específicos, sentir plenitud no basta para dejar de comer.
Hambre por placer: quizás no sentimos hambre fisiológica pero deseamos ingerir algún alimento determinado exclusivamente por placer.
Desde la terapia abordamos cómo es nuestro vínculo con la alimentación. Trabajamos con herramientas de mindful eating para poder crear el hábito de comer consciente.
La vorágine del día puede generar que el acto de comer se convierta en algo acelerado y sin pausa, repercutiendo negativamente en el resto del día, en el estado de ánimo y en la autoestima.
¿Cómo te vinculas con tu alimentación?
¿Sentís que intentás calmar tus emociones por medio de la comida?

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Consiste en tener ataques de pánico imprevistos recurrentes. El ataque de pánico es la aparición repentina de un miedo o malestar intenso en donde se producen al menos cuatro de los siguientes síntomas:
1. Palpitaciones, aceleración de la frecuencia cardíaca, golpeteo en el corazón
2. Sudoración
3. Temblor o sacudidas
4. Sensación de dificultad para respirar o de asfixia
5. Sensación de ahogo
6. Dolor o molestias en el tórax
7. Náuseas o malestar abdominal
8. Sensación de mareo, inestabilidad, aturdimiento o desmayo
9. Escalofríos o sensación de calor
10. Parestesias (sensación de entumecimiento u de hormigueo)
11. Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (separarse de uno mismo)
12. Miedo a perder el control o de “volverse loco”
13. Miedo a morir
Luego de la aparición de él o los ataques de pánico se manifiesta una preocupación por la posibilidad de volver a tener un ataque de pánico o de sus consecuencias. Con lo cual se realizan  comportamientos destinados a evitar los ataques de pánico, o se produce la evitación de ciertas situaciones (realizar ejercicio, viajar en transporte público, reunirse con personas, estar en lugares cerrados, estar en la calle).
La evitación y el miedo a tener un ataque de pánico producen elevado malestar, e impiden el funcionamiento normal de la persona.
Desde la terapia cognitivo-conductual contamos con herramientas basadas en evidencia para su tratamiento.

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Síntomas que persisten por dos semanas o más:
1. Estado de ánimo triste o deprimido la mayor parte del día, casi todos los días.
2. Disminución del interés o placer por todas o casi todas las actividades la mayor parte del día, casi todos los días (se observa como falta de “ganas”).
3. Pérdida de peso o aumento de peso.
4. Dificultades conciliar el sueño, o estar somnoliento, casi todos los días.
5. Agitación o retraso psicomotor casi todos los días (observado por otros).
6. Fatiga o pérdida de energía casi todos los días.
7. Sentimiento de inutilidad o culpabilidad excesiva casi todos los días.
8. Disminución en la concentración o capacidad para tomar decisiones.
9. Pensamientos de muerte recurrentes.
Los síntomas no se deben a los efectos de una sustancia y causan malestar clínicamente significativo.
Desde la terapia cognitivo-conductual contamos con herramientas basadas en evidencia para su tratamiento.

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El estrés se produce como una reacción ante determinadas situaciones o pensamientos que nos generan tensión o preocupación.
Repercute en nuestro cuerpo dando lugar a síntomas como: malestar estomacal, sequedad en la boca, aumento de la frecuencia cardíaca, tensión muscular, insomnio, dificultades para concentrarse, cansancio, deterioro laboral, social o familiar.
Desde la terapia cognitivo-conductual trabajamos para poder identificar los factores que producen y mantienen el estrés, y para disminuir el malestar significativo que este produce en la vida cotidiana.

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